Por todos es sabido que cada bebé es un mundo y que las comparaciones son odiosas, pero intentamos que nuestros hijos vayan cumpliendo con lo que se espera según su edad. Mi principito ha ido cumpliendo más o menos con todo, unas cosas antes y otras después, pero hasta ahora va viento en popa. Peeero, si hablamos de comida mejor hacer un punto y aparte.
Aquellos que lo conocen saben que de apetito nunca ha estado sobrado, pero que debido a su incansable madre, han sido pocas las veces que ha podido librarse de tomarse un bibi. Pues bien, yo estaba deseando que llegara el momento fruta y verdura, porque me dijo el pediatra que lo que le pasaba a mi hijo era que se aburría de comer siempre lo mismo. Así que cuando llegó ese momento, me fui y compre todo tipo de "chorradas" en versión tupper y cucharitas para celebrar el momento. Ay! deberían haberme grabado la cara de decepción cuando le di esa primera cucharada de fruta, no os voy a decir lo que parecía que le estaba dando. Todo el mundo me decía que era normal, que son cambios de sabores y que les cuesta adaptarse y que poco a poco se van acostumbrando. Con la verdura me pasó lo mismo, y la opinión del publico era la misma, así que yo no me alarmé demasiado.
Escuchando las opiniones de mis amigas y hermana e incluso del pediatra, cada día me armaba de valor, forraba a Diego con un macrobabero ikeniano, yo me vestía de aquella manera que nos vestimos cuando no valoramos nada de nada la ropa que llevamos puesta, dispuesta a cambiar su destino de lavadora a cubo de basura, y me sentaba en el suelo, con Diego en una hamaca, e intentando que el objeto más cercano estuviera a una distancia a la que la fruta torpedeada con una de sus peorretas no pudiera llegar.
¿Sirvió de algo todo esto? Pues no, absolutamente para nada. Y tras muuuchos días, muuuchas horas y muuuchas lloreras opté por el bibi. A la verdura le echaba un poquito de agua, y a la fruta un poco de zumo, una tetina con agujero astronómico y voilà! "pa ´dentro".
Soy consciente de que así no se puede llevar toda la vida y de que más tarde o más temprano tendrá que aceptar la cuchara. Así que, siguiendo recomendaciones de mi experta hermana (la madre de mis otros dos soletes) empecé a darle la cuchara para jugar y cada día, antes de darle la fruta y la verdura (esto se me ocurrió a mi :)) cojo la cuchara y le doy unas tres ó cuatro, lo que cada día el principito tarda en darse cuenta de que esa comida es la que se toma en el bibi ;). A esta alturas, la fruta (que le encanta) ya he conseguido que se la coma toda todita con cuchara y la verdura (que la odia) creo que aún me queda, pero lo conseguiré.
Con todo esto, quiero deciros, que me he dado cuenta de que con los bebés todo llega, algunos necesitan más tiempo que otros según para qué cosas, pero está claro que al final, todos duermen solitos, hablan, andan, comen con cuchara y ese sin fin de cosas que todas queremos que nuestros hijos hagan porque el hijo de la vecina ya lo hace. Eso sí, las mamis debemos armarnos de muuucha paciencia y nunca nunca obligarlos en exceso, porque eso sólo provoca volver al principio.
Hasta el próximo post!!!
Hasta el próximo post!!!
Os dejo algunas fotos de mi experiencia "con cuchara" y cuando probó el pan.
Su primera fruta. ¡Preparados!
Su primera fruta. ¡Preparados!
Con la verdura
Ahora le encanta su cuchara
La primera vez que le di pan. Aunque yo seguí insistiendo...
Y ahora no hay quien se lo quite
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